Práctica de la tortura en Sonora para obligar declaraciones a PGJES, caso de Juan Francisco Cabrera
A Juan Francisco
Cabrera lo detuvieron ilegalmente, lo torturaron para que firmara una falsa
declaración y lleva 5 meses purgando un delito que no cometió. La CEDH emitió
recomendaciones a procuraduría, pero ésta no responde
José Luis Jara
El 24 de
noviembre de 2012 en la noche, a Jesús Francisco Cabrera Ramos lo metieron en
unos cuartitos oscuros que existen al fondo en la base de la Policía Estatal
Investigadora. Lo arrastraron por el piso como si fuera un trapeador, con las
piernas esposadas a una larga cadena.
Fueron cuatro
agentes de la Policía Estatal Investigadora quienes lo metieron a ese cuarto de
tortura. Lo amenazaron con matarlo, a él y a sus hijos, que le provocarían el
aborto a su esposa, que estaba embarazada. Que si no cooperaba, lo iban a matar
y lo iban a dejar por ahí tirado.
Uno de los
agentes portaba un arma de alto poder. Lo desnudaron y enseguida le asestaron un duro golpe en la
parte trasera de la cabeza que lo tumbó al piso frío. Lo encadenaron y lo
esposaron. Con vendas elásticas lo amarraron de los tobillos, rodillas y muñecas.
Luego le vendaron toda la cabeza hasta casi provocarle asfixia.
Un agente
de la PEI se subió encima de sus piernas y cintura. Otro, como si fuera gorila,
le puso una rodilla en el pecho y lo empezó a presionar hasta hacerle imposible
la respiración. Y un cuarto agente, inició el angustioso rito de la tortura con
agua. Le empezó a echar un chorro en la cara hasta empapar las vendas que lo
cubrían. Jesús Francisco se empezó a asfixiar y los recuerdos de su esposa
embarazada se presentaron como otra tortura de preocupación.
Sus hijos
también se le fueron a la mente, pequeños todos y con el alto riesgo de no
volverlos a ver, pensaba.
Fueron
cuatro agentes de la PEI quienes se
encargaron de torturar a Juan Francisco. Frente a ellos, se encontraba el
agente del ministerio público, Luis Horacio Salcido Soto y el secretario de
acuerdos, otro abogado de apellido López Peña.
En ese
cuartito, donde violaron los derechos humanos de Juan Francisco, también estuvieron
presentes tres secretarios de la procuraduría, quienes se encargaron de
redactar la supuesta declaración que obligaron a firmar a Juan Francisco.
Si no
firmaba, lo amenazaban con el arma de fuego y de volver al cuarto de tortura. Y
a Juan Francisco le retumbaba en la cabeza los recuerdos de su esposa
embarazada, de sus hijos pequeños, le
generaron un miedo tremendo, por no volverlos a ver.
Los agentes
de la PEI le insistían “aquí vienes a declarar por las buenas o por las malas,
aquí vas a declarar a huevo y si no a madrazos, pero vas a declarar”.
Juan
Francisco negó las acusaciones que le imputaron y los agentes de la PEI lo
tumbaron al suelo, le apretaron las esposas y le empezaron a echar más agua en
la cara cubierta con vendas. Lo asfixiaron hasta casi perder el conocimiento.
El recuerdo
de su familia le golpeaba el cerebro. El miedo se apoderó de él y fue cuando decidió
firmar las falsas declaraciones. Por su familia firmó las supuestas
declaraciones que le inventaron. Y desde entonces, se encuentra penando un
delito que presumiblemente no cometió.
Su esposa
sale a su defensa
Ya han
transcurrido cerca de cinco meses de esa detención. Y la esposa de Juan
Francisco, Concepción Montaño Sandozequi, se decidió hacer pública la denuncia
de tortura contra su esposo.
Ofreció una
conferencia de prensa donde informó que interpuso una queja ante la Comisión
Estatal de Derechos Humanos desde el mismo 24 de noviembre, día en que
detuvieron ilegalmente a su esposo.
Desde
entonces, este organismo inició la investigación y acordó emitir una serie de
recomendaciones a la Procuraduría General de Justicia del Estado para reparar
el daño ocasionado, que permita el restablecimiento9 de la condición física y
sicológica en que se encontraba Juan Francisco previo a la violación de sus
derechos humanos.
Otra
recomendación a la procuraduría es para que giren instrucciones para que
colaboren en esta queja que la CEDH promueve ante la Secretaría de Contraloría
del Estado de Sonora en contra de los agentes de la PEI de nombres Moisés Ramos
Meza, Aaron Armando Berkowitz Sanzarric, Luis Alejandro Pérez Ramírez y el
agente del MP del sector II, Luis Horacio Salcido Soto. La comisión de derechos
humanos recomienda una investigación la actuación de los servidores públicos
involucrados en estos hechos
La señora Montaño
se presentó ante los medios de comunicación. Vengo aquí para decir la verdad,
dijo, y empezó a relatar los hechos.
Dijo que su
esposo Juan Francisco Cabrera Ramos, es abogado que trabajaba en el área
jurídica del Centro de Readaptación Social I de Hermosillo y que el pasado 24 de noviembre, acudió a rendir declaración como testigo a la
Procuraduría General de Justicia del Estado de Sonora sobre tres casos
relacionados con libertades a internos otorgadas ilícitamente.
Es decir,
fue a declarar como testigo ante un problema de delito de fuga de reos.
A Juan
Francisco lo detuvieron el 24 de noviembre del año pasado, pero la noticia de
su caso fue dada a conocer el 23 de febrero de este año, donde el procurador de
justicia del estado, Carlos Navarro Sugich dio a conocer la supuesta existencia
de una red de corrupción en el Cereso I de Hermosillo.
La noticia
de ese día decía que detuvieron a 9 funcionarios públicos por la presunta
participación para la salida de cinco reos, a quienes les modificaron el
registro de penalización. Supuestamente, esos funcionarios del área jurídica
del Cereso I, modificaron el sistema de procesados y sentenciados para reducir
la pena de las personas que estaban purgando su condena. Una vez que reducían
en el sistema informático de los Ceresos, los internos alcanzaban su libertad
mediante revisión e impresión de la boleta de salida, de manera que los cinco reos
salieron por la puerta principal.
Los nueve
funcionarios detenidos fueron Gastón Walterio Walters Padilla, que fungía como
director jurídico del sistema Estatal Penitenciario; Jesús Francisco Cabrera
Ramos, Rodolfo Leonardo Barceló Moreno, David Robles Santacruz y Gerardo
Sandoval.
Se dio a
conocer que existen tres prófugos: Iván Rafael López Tarazón, quien era el
subdirector jurídico; Jesús Mendoza Alegría, auxiliar jurídico y Francisco José
Núñez Ruiz, que se desempeñaba como oficial.
Los hechos
La señora
Montaño dijo que su esposo tiene cinco meses detenido por un delito que no
cometió.
Dijo que el
24 de noviembre del 2012 fue llamado a declarar como testigo. Ya lo había hecho
antes y en esta ocasión acudió a eso de mediodía a la procuraduría general de
justicia.
De acuerdo
al expediente de la CEDH/II/22/01/01767/2012, Juan Francisco narró los hechos
del 24 de noviembre. Dijo que recibió una llamada del secretario de acuerdos,
López Peña, para presentar una ampliación.
A las 12 de
mediodía se presentó en la procuraduría donde le muestran un acta de libertad
donde no se encuentra su firma. Lo retienen unas cuatro horas, le informan que
el secretario se ocupó y firma su declaración testimonial.
Cuando se
retira y al llegar al estacionamiento por su carro, le llamó por teléfono a su esposa.
Apenas le informaba que iba saliendo de la procuraduría cuando se le acercaron
dos agentes de la PEI. Le tomaron las manos, se las torcieron y le pusieron las
esposas.
Cabrera es
abogado y sabe que para detener a cualquier persona, se requiere una orden de
aprehensión. Se las pidió a los agentes y ellos le respondieron: no te
preocupes por eso. Abrieron la patrulla y lo subieron con una patada en la espalda.
Cabrera
insistió, les dijo que era un secuestro, pero los agentes, a su estilo, le dijeron:
no la hagas de pedo porque vas a valer
verga.
Se lo
llevaron a la PEI y lo metieron a uno de esos cuartitos oscuros que están al
fondo de las instalaciones. Afuera se quedó un agente de la PEI, alto, pelón,
con un rifle de alto poder. Le piden el nombre de su padre, de sus hermanos y
le empezaron hacer un chorro de preguntas. Juan Francisco les pide que lo dejen
hacer la llamada telefónica a la que tiene derecho todo indiciado, pero le
dicen que ya tienen la pericial, que ya tiene su firma.
Le dicen
que no se haga pendejo, que debe firmar. Entonces entraron dos personas más
quienes le empezaron a quitar la camisa, luego el pantalón. Lo empujaron al
suelo y le ponen esposas en las rodillas. Luego sacaron unas vendas, le
apretaron las esposas de las manos y en el piso, le empezaron a vendar la cara.
Le dieron como unas 15 vueltas en la cara con las vendas.
Lo
arrastraron como si fuera un trapeador viejo, le dieron patadas y le pisaron
las rodillas. Ya cuando no podía respirar, cuando le habían sacado todo el aire
de los pulmones, le echaron agua a chorros en la cara, hasta ahogarlo. Lo
arrastran de nuevo por el cuartito de
torturas y le empiezan a preguntar sobre su participación en el delito de fuga
de reos.
Juan
Francisco casi cae desmayado. Y los
agentes lo reaniman, lo dejan respirar un momento. Y cuando casi se recupera,
los agentes volvieron a la sesión de tortura y asfixia contra Juan Francisco
Su esposa
embarazada
La señora
Montaño estaba embarazada cuando detuvieron a su esposo. De hecho, dice la
señora que estaba hablando con su esposo en el momento en que lo detuvieron.
Juan Francisco había salido de dar sus declaraciones ministeriales en calidad
de testigo de la procuraduría general de justicia. Antes de subirse al carro,
la señora dijo que escuchó la voz que le habló. Escuchó cuando su esposo le
dijo, a sus ordenes comandante. Y después ya no oyó nada.
Y desde ese
momento, hasta las ocho de la mañana del siguiente día no supo de su marido.
Acudió a la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Se hizo acompañar de un
visitador de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en esa búsqueda. Pero no lo
pudieron localizar, pues a su esposo prácticamente lo habían secuestrado los
mismos agentes de la PEI.
Ahora que la señora Montaño decidió a dar a conocer al público esta
situación, hizo un llamado al gobernador para que interceda para la liberación
de su esposo, porque se encuentra detenido por un delito que no cometió.
Es un caso como el de la francesa Florence Cassez, a quien le violaron
sus garantías individuales y la dejaron libre.
La señora Montaño dijo que a su esposo le aplicaron el examen de
Estambul, que tiene el objetivo de detectar si la persona fue torturada. La
misma CEDH se encargó de la aplicación de ese examen por parte de la directora
de atención a víctimas del delito, Diana Karina Gastélum Meneses, con el fin de
determinar si existe evidencia de la probable comisión de tortura o malos
tratos.
Ese estudio arrojó que “el agraviado presenta trastornos por estrés
postraumático agudo. Manifiesta la mayoría de los síntomas comprendidos en
todos los criterios del trastorno.
De acuerdo
a la valoración de la CEDH, a Juan Francisco Cabrera se le violaron sus
derechos constitucionales al privarle de su libertad de manera ilegal. Concretamente
esos derechos transgredidos están plasmados en los artículos 14, 16, 17, 18,
19, 20, 21 y 22. En el código de procedimientos penales, se transgredieron los artículos
61, 77, 124, 125 bis, 127, 129 bis, 135, 136, 151, 152, 154, 186, 187, 187 bis,
199, 271, 286 y 349.
El
documento de la CEDH señala que en el caso de Cabrera, las autoridades
señaladas como responsables retuvieron indebidamente b ajo su disposición a Jesús
Francisco Cabrera Ramos, impidiéndole con ello el ejercicio de sus derechos establecidos
en las disposiciones normativas durante seis horas sin haberlo presentado ante un agente del
ministerio público del fuero común.
Y por
tenerlo incomunicado por más de 15 horas haciendo nugatorio su derecho a ser informado sobre el
motivo de su detención.
Para la
CEDH, el abuso de autoridad y trato inhumano quedaron plenamente demostrados.
Por ello,
la CEDH emitió una serie de recomendaciones a la procuraduría general de
justicia de sonora por este caso.
La primera
es para reparar el daño que permita el restablecimiento de la condición física
y sicológica de Cabrera. La segunda
queja es para que la Secretaría
de la Contraloría del Estado de Sonora investigue las actuaciones de los
agentes de la PEI Moisés Ramos Meza, Aaron Armando Berkowitz Sanzarric, Luis
Alejandro Pérez Ramírez y el MP, Luis Horacio Salcido Soto, los presentes
hechos.
La
recomendación de la CEDH fue emitida el pasado 5 de marzo. Sin embargo, la
procuraduría general de justicia del estado, se ha negado a responder a esta
recomendación.
Por eso, la señora Montaño, esposa de Cabrera, pidió al
gobernador su intervención, lo mismo al presidente del supremo tribunal de
justicia del estado.
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