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lunes, 19 de octubre de 2009

Yo vi cuando le dieron el tiro de gracia a Juan de Dios


José Luis Jara

Después de que terminó la balacera, al profesor rural Heriberto García Leyva, se lo llevaron herido en una patrulla.
Con un balazo en la pierna y un rozón en las costillas del lado izquierdo, se lo llevaron en una patrulla
A la distancia de casi 34 años, dijo: Juan de Dios Terán estaba vivo después de la balacera, porque cuando me llevaron preso, dentro de la patrulla, alcancé a ver cuando un judicial le dio el tiro de gracia a Juan de Dios. Vi muy claro cuando un oficial le dio un tiro.
-¿No fue el teniente coronel Francisco Arellano Noblecia?
-No fue Arellano, lo conozco muy bien, pero él dio la orden.
Al profesor se lo llevaron herido, lo encadenaron y lo torturaron tres días en el penal de ciudad Obregón.
En el predio se quedaron los cuerpos de siete campesinos tirados. Cinco murieron en la balacera, uno más, el de Juan de Dios, quedó herido pero un agente de la judicial le pegó un tiro de gracia en la cabeza. Uno más quedó herido, sin embargo falleció a los pocos días.
En la entrevista, el profesor recordó esos días que estuvo preso. En especial el primer día, porque fue cuando el teniente coronel Arellano Noblecia se ensañó contra él.
Directamente, el jefe de la judicial del estado se encargo de torturar al maestro rural. Y desde ese mismo 23 de octubre, el jefe policiaco se dio cuenta que el profesor tenía los píes hinchados.
Fue el píe de atleta que le hizo estragos, porque en esos días, el profesor no se quitó las botas mineras. Los hongos le crecieron y con el trajinar de la invasión, se le hincharon los píes.
“El teniente coronel me golpeó con una culata cuando se dio cuenta que tenía píe de atleta”, recordó.
Tan fuerte estuvieron los golpes, que Heriberto los recordó cada uno, en especial los que le pegó en los píes.
El teniente coronel le volvió a pegar con la culata del rifle para que declarara si estaba ligado con la guerrilla.
Al segundo día, es decir, el 24 de octubre de 1975, se notó un cambio de actitud en las autoridades del penal. El trató cambió radicalmente, sin golpes ni torturas. Ya para el tercer día, recibió un mensaje de parte de un contacto con el presidente de la república.
El mensaje fue que todo se iba arreglar y entonces mandaron a los líderes de las organizaciones campesinas para firmar el Pacto de Ocampo.
En la entrevista, el profesor Heriberto García recordó que ese día salió de la cárcel. Afuera ya lo esperaba gente para recibirlo e invitarlo a un mitin que se realizaría a las once de la mañana en ciudad Obregón.
Andaba vendado por las heridas de bala que tenía, el dolor todavía le era muy molesto y le tuvieron que dar un sedante para calmar el dolor. Sólo así pudo participar en ese mitin en ciudad Obregón, donde estuvieron los dirigentes nacionales de la CNC, CCI, CAM y otras organizaciones campesinas que el presidente Echeverría mandó a Sonora.
De acuerdo con reportes de ese día, participaron alrededor de diez mil personas en ese mitin. Se encontraban enardecidos por la matanza de San Ignacio Río Muerto. Ya había fallecido la séptima víctima y los dirigentes de la CNC, CCI, UGOCM y CAM se apoderaron de la dirección del movimiento y exigieron la renuncia de Carlos Armando Biebrich Torres de la gubernatura.
Celestino Sacledo Monteón, de la CNC, Juan Martínez de la UGOCM, Humberto Serrano del CAM y Alfonso Garzón de la CCI.
El profesor se encontraba presente. Se percató que en la dirección estatal de la CNC se dieron cambios. Entró Ignacio Martínez Tadeo como nuevo dirigente de esa organización en Sonora.
Nosotros hablamos por la raza –recordó Heriberto. Nuestra solicitud fue clara, en el sentido de que en Sonora no podíamos vivir así, con un gobernador que por falta de madurez pueda haber otra matanza.
Por eso, dijo, la propuesta de él fue concreta: solicitó que todos los poderes de gobierno del estado salgan, que saliera el ejecutivo, el poder judicial y el legislativo, que se declare ausencia de poderes en Sonora.
En eso, el nuevo dirigente de la CNC hizo una consulta a la gente y las personas que estaban en la plaza, pidieron la renuncia de Biebrich.
En cuanto terminó el acto, se comunicaron con Luis Echeverría y su respuesta fue afirmativa. El presidente de la república dio la orden de que nos hicieran caso.
Desde días antes, Luis Echeverría había ordenado una investigación a fondo. Y para el día del mitin, después de que los dirigentes campesinos se pronunciaron por la desaparición de poderes, por la tarde de ese sábado, Carlos Armando Biebrich presentó su licencia en la gubernatura.
-¿Fue una trampa contra Biebrich? –se le preguntó a Heriberto.
-Sí es cierto que al presidente Echeverría le vino al dedo lo que pasó, pero que se haya urdido una trampa al gobernador Biebrich, no es cierto porque yo fui el que empezó la balacera –respondió.
-¿Qué siguió?
-Se firmó el pacto de Ocampo, entró Alejandro Carrillo Marcor como gobernador, renunció Arellano Noblecía a la jefatura de la judicial del estado y nosotros seguimos organizando campesinos todo noviembre, diciembre y hasta abril volvimos a tomar tierras. Eso culminó con el reparto agrario.
-¿Se resolvió el problema de los solicitantes de tierra?
-No, la tierra que entregaron no fue la que se pedía. Hubo arreglos en la clase política y algunas centrales campesinas, pero la investigación que hicimos nos mostraba que era enorme el problema de la simulación de latifundios en Sonora.
A los campesinos de san Ignacio Río Muerto les entregaron tierras y formaron un ejido con 433 familias. Se formaron los ejidos colectivos, como lo pidieron los campesinos, en el yaqui y mayo.
-¿Y su participación cual fue después?
-Nosotros participábamos en la organización pero nosotros estábamos en acciones de rebeldía, si era necesario ir a chihuahua, a Sinaloa a Durango.
Después de ese año, cada 23 de octubre se reúnen los campesinos que participaron en ese movimiento, en una sencilla ceremonia luctuosa. Se recuerda la memoria de los siete campesinos asesinados y se aprovecha para recordar episodio tras episodio de esa lucha.
En esas reuniones, dijo Heriberto García, es donde han salido las cuentas de los soldados que cayeron en ese encuentro.
Heriberto dijo que quedan 37 dirigentes campesinos que sobreviven.