José Luis Jara Rivera
Quien sabe cuantas vueltas dieron los helicópteros del
gobierno del estado por la ciudad. Quien sabe cuántos litros de gasolina se
consumieron, pero el traca traca de sus hélices sonaron desde temprano este
viernes en Hermosillo, por el inicio de la Serie del Caribe.
Dos en punto de la tarde. A esta hora, los Malnacidos
convocaron a la ciudadnía para protestar contra la tenencia disfrazada y el
incremento a los impuestos y servicios del gobierno del estado.
Los que llegaron a protestar no llegaron en caravana
como fue la idea inicial. Acudieron cada quien por su lado y se concentraron a
un kilómetro y medio del estado Sonora, donde se inauguraron las contiendas
peloteras.
Por el bulevar Colosio y a la entrada de un
fraccionamiento, los integrantes del Movimiento de No+Impuestos apostaron un
carro con grandes bocinas para convocar a los malnacidos que decidieron acudir
a este llamado.
Desde ahí se organizó la protesta, en un escenario que
contenía grandes bocinas y una enorme pantalla donde se pasaron, una y otra
vez, las palabras de Guillermo Padrés cuando era candidato a gobernador
mediante las cuales se había comprometido a que durante su gobierno “olvídense
de un aumento a las actas de nacimiento”.
Esas palabras, que fueron pronunciadas con
contundencia en la voz de un candidato, se escucharon verosímiles en su
momento. Ahora, con la nueva ley de ingresos que establece el impuesto para el
desarrollo municipal del 3% del valor de cada automóvil, esas se escucharon
como un insulto a la inteligencia.
Y con un video donde integraron todos estos escenarios
de campaña del actual gobernador, que mezcló la música del grupo Molotov,
formaron una muestra para ridiculizar al titular del poder ejecutivo.
Molotov coreaba “Dame, dame, dame todo el poder, para
que te demos en la madre” y entraba de segundo a primer plano la voz de
Guillermo cuando dijo que “en mi gobierno no habrá más impuestos”, subió el
volumen del coro con “give me, give me todo el power…-
Y ahí, los gritos se escuchaban más fuertes, las
cartulinas se alzaban con todos los brazos y la gente hablaba con los
aficionados al béisbol, les pedía el apoyo a la causa y, en la mayoría de los
casos, ponían calcomanías en sus vehículos.
Todo el bulevar Luis Donaldo Colosio era un mar de
carros. La mayoría se dirigía al estadio de béisbol y como a un kilómetro y
medio antes de llegar, el grupo de los Malnacidos redujo los carriles de
circulación. No tapó todos y dejó abierto un carril para que circularan los
carros lentamente para que les diera la oportunidad de entregarles alguna
propaganda.
Se formó una especie de cuello de botella la policía decidió abrir la circulación el
carril de regreso, que hasta ese momento estaba cerrada su tránsito.
Alguien de los malnacidos se dio cuenta y gritó: “se
están colando los carros por el otro carril” y de inmediato la gente lo cerró.
Se pusieron frente a los vehículos y no los dejaron pasar hasta que la policía
cerró la entrada a la calle.
En eso llegó el jefe de la oficina de la Secretaría de
Gobierno buscando a los dirigentes del Movimiento de No+Impuestos. Quería
establecer una mesa de negociación, pero la gente, desde que se percató que era
funcionario de gobierno, decidieron mandar al diablo.
Le gritaron que dejarían la calle si Padrés derogaba
la tenencia.
Se acercaron los dirigentes del movimiento, Rebeca
Villanueva y Francisco Salcedo para hablar con el funcionario y le dijeron, de
la manera más amable, “muchas gracias, lo hemos escuchado y con permiso”.
No hubo resultados en las negociaciones y el problema
de embotellamiento crecía más y más. Entonces llegó a la protesta el procurador
de justicia del Estado, Carlos Navarro Sucucho. Llegó como el hombre que es, el
que concentra el monopolio de la violencia frente a la sociedad.
El procurador se acercó con los dirigentes del
movimiento para pedirles que abrieran un carril más para que los carros
fluyeran más rápido. Rebeca Villanueva tomó el micrófono y preguntó a los
malnacidos:
“¿Están de acuerdo ustedes en que abramos otro
carril?” La respuesta fue por demás estruendosa. El No se escuchó tan fuerte
que el procurador se fue con paso decidido. Se fue con la mandíbula endurecida,
el seño fruncido, a paso veloz hacía donde estaba la policía anti motín.
Eran 84 policías federales. Cada uno portaba su casco,
su escudo y toda la indumentaria necesaria para enfrentar a la gente. Se
encontraban formados en cuatro filas de 22 agentes cada una. Los tenían en
descanso, esperando las órdenes.
Hasta ese lugar llegó el procurador a dar la orden de
ataque. Y los policías se formaron sobre
el bulevar, en una estrategia de diez en fondo de manera compacta de tal suerte
que el grupo de granaderos ocupara el ancho de un carril.
Firmes, gritó el policía que los comandaba. Avancen
secundó. Un grupo de malnacidos ya había tomado la decisión y se sentaron en
plena calle, justo por donde venía el pelotón de policías.
“No caigamos en la provocación” expresaron los
dirigentes. Y pusieron a consideración de los inconformes el abrir el otro
carril. La discusión entre los malnacidos se desató. Los que se sentaron en la
calle, se aferraron a que no dejarían pasar
a los carros. “Eso es lo que quieren de nosotros compañeros, que
caigamos en la provocación”, se volvió a escuchar. Eran los dirigentes que
incitaban a llegar a un acuerdo, hasta
que lo lograron.
Como a las cinco de la tarde, el Movimiento de
No+Impuestos decidieron realizar una marcha hacía el estadio. El llamado era en
base a ejercer la libertad política de manifestarse. Y así lo hicieron y se
enfilaron de nueva cuenta por el bulevar Colosio.
Los gritos de las consignas se hicieron más
permanentes, más fuertes, tanto que unas molestaban al oído. Pero eran las ganas de protestar. Las
ganas de salir después de que sufrieron una serie de hostigamientos.
Ahora, los que habían convocado al boicot a la Serie
del Caribe fueron intimidados. La fuerza policiaca la tenían enfrente.
Y así se fueron en la marcha. Y por allá al final del
bulevar, se percibió que los antimotines habían abandonado su posición de
descanso para extenderse por toda la calle, para no dejar pasar a nadie.
En eso estaban los policías y sus jefes cuando los
Malnacidos que iban a la vanguardia de la manifestación decidieron atajar el
camino por el monte. Y por ese rumbo se fueron gritando el clásico del Fuera
Padrés. Se fueron caminando levantando polvo.
Ante ello, los estrategas de los operativos policiacos sintieron que el
mundo se les volteó y entre gritos y cachuchazos empezaron a dar nuevas órdenes
al pelotón. Lo formaron de dos en fondo
los hicieron correr hasta alcanzar a los Malnacidos.
Llegaron todos los policías pero con el casco
arrastrando. Se apostaron a los largo de una avenida por donde marchaban los
malnacidos. Se dieron connatos de violencia, un policía empujó a una mujer, los
dirigentes le preguntaron insistentemente por su nombre. El policía no abrió la
boca, pero su ceño lo traía fruncido
como el que anda encabronado.
Pero el camino era ancho y con la cantidad de policías
no pudieron cerrarlo por completo. Y por donde no alcanzaron, por ahí se coló
la gente. Una victoria más en esta guerra de estrategias.
Una vez que la marcha dejó atrás a los antimotines,
los policías fueron reagrupados de nueva cuenta. Se los llevaron más delante y
ahí los volvieron a formar para impedir que los malnacidos lleguen al estadio.
Y precisamente frente a ellos, los malnacidos
decidieron quedarse. Tenían de frente a los policías antimotines. Y frente a
ellos, realizaron un improvisado mitin, donde se pusieron de acuerdo para la
siguiente manifestación.
Misión cumplida, dijeron, nos vemos el domingo a la
tres de la tarde en la plaza Emiliana de Zubeldía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario