Recordando el movimiento estudiantil de la
Unison en 1973 con Armando Moreno
Porque se perdieron
vidas, se desaparecieron a dirigentes estudiantiles. La represión del estado
contra los grupos de izquierda se dejó sentir con la guerra sucia. Hubo gente
desaparecida en Navojoa, al Chilín –Armando Moreno no recordó su nombre-
seguramente lo tiraron al mar desde un avión
José Luis
Jara
La guerra
sucia que se desató a raíz del movimiento estudiantil de 1973 en la Universidad
de Sonora, es una de las cuentas pendientes que existen, consideró Armando
Moreno Soto, uno de los protagonistas de esta historia ocurrida hace 40 años en
la entidad.
En la
actualidad, Moreno Soto es maestro de economía de la máxima casa de estudios.
Ha publicado artículos sobre los movimientos estudiantiles en la Universidad de
Sonora y escribió el libro Los
Aguiluchos, que aborda la historia del movimiento universitario sonorense de
1967.
Con él
hablamos sobre el 40 aniversario del movimiento estudiantil de 1973, porque en
esa época fue uno de los protagonistas de esta historia, desde su principio
hasta la actualidad.
La guerra
sucia en Sonora –recordó acomodándose en
una silla, en su cubículo. Comenzó en 1973 y se desató más durísimo el 18 de febrero con la muerte
de Moralitos.
Moralitos
fue un policía que supuestamente cayó asesinado por un grupo de jóvenes que
militaban en grupos de izquierda. Sin embargo, Moreno Soto consideró que el
verdadero planteamiento es que el mismo Moralitos fue víctima de la guerra
sucia.
Por lo menos,
el joven que fue acusado de haber asesinado al agente, sostuvo hasta su muerte
que él no lo asesinó. Entonces, la cuestión es que Moralitos fue víctima de
grupos de choques que fueron utilizados como provocadores de la represión
contra los estudiantes. Con la supuesta caída de un policía a manos de grupos
radicales, se desató una cacería de brujas que atomizó, en cierta medida, al
movimiento que se venía generando.
-¿Un saldo
pendiente por los activistas desaparecidos?
-Porque se
perdieron vidas, se desaparecieron a dirigentes estudiantiles. La represión del
estado contra los grupos de izquierda se dejó sentir con la guerra sucia. Hubo
gente desaparecida en Navojoa, al Chilín –Armando Moreno no recordó su nombre-
seguramente lo tiraron al mar desde un avión.
De hecho,
de noviembre del 73 a principios de 1974 se desató la represión contra el
movimiento. Decenas de maestros y estudiantes fueron exp0ulsados, otros
detenidos, otros más desterrados. Fue una cacería de brujas contra todo
sospechoso de ser marxista
En ese
sentido, dijo que es conveniente construir una comisión de la verdad para
Sonora, porque es necesario averiguar cuántos activistas de izquierda fueron
desaparecidos por brigadas blancas que
estaban bajo el mando de Miguel Nazar Haro, por el entonces jefe policiaco de
la entidad Sahagún Baca.
El tema del
movimiento estudiantil en la Universidad de Sonora, es una pasión de Armando
Moreno Soto. Su hablar tiene el estilo de aquellos estudiantes que se formaron
en el saloneo por la Universidad, es decir, el ir hablar a los grupos de los
estudiantes para armar la discusión y poner a disposición propuestas de tareas
para el movimiento. Su cubículo está repleto de libros y diversas lecturas
sobre movimientos estudiantiles. Algo de literatura, revistas, periódicos y en
especial, un espacio para los clásicos del marxismo, se encuentra entre los
libreros donde no cabe una hoja más
-¿A 40 años
del movimiento, qué balance?
-Lo
primero, es que el movimiento estudiantil del 73 ha sido el más complejo de la
Universidad de Sonora y el que menos recuperación teórica ha tenido. Ha sido
diferente porque su eje fundamental fue la reforma universitaria. Las ideas que
prevalecían entre los estudiantes era el tener una universidad democrática,
científica y popular. Bajo esa idea de universidad se pretendía cambiar la
estructura de la institución, sus métodos de enseñanza. Y fue el primer
movimiento que asumió una postura política de ruptura con el sistema: fue un
movimiento marxista y sus propuestas impregnaron las aulas de las
universidades, como se estaba dando en América Latina.
Fue un
movimiento que ha aportado mucho a la sociedad sonorense y mexicana. Ahí se
dieron los movimientos de las mujeres, las primeras propuestas sobre la equidad
de género se dieron en las aulas de la Unison. Las mujeres que participaron en
este movimiento tuvieron sus primeros programas de radio.
Y también
–recordó- resulta interesante todo el movimiento contra cultural que se dio en
esa época. El uso de las drogas, la música de rock, en fin, todo el movimiento
jipi que se dio en el mundo y que en Sonora, se manifestó con el grupo de los
azules.
Moreno Soto
sacó a flote una hipótesis que planteó Joel Verdugo, maestro de Trabajo Social
de la Universidad de Sonora, en el sentido de que el uso de drogas fue algo
permitido, por intereses de Estados Unidos en favorecer a narcos
centroamericanos, quienes surtían armas a la contra revolución en América
Latina.
Pero más allá
de eso, el impacto del movimiento estudiantil se dio de muchas maneras y en
diferentes sectores. Se dio en la lucha campesina del sur del estado, en las
posteriores movilizaciones universitarias, la formación de los primeros
sindicatos independientes en la entidad y en la conformación de un movimiento
social que se mantiene en la actualidad.
-¿Fue una
época en que se formaron los primeros grupos de izquierda, cómo se dio ese
proceso?
-Fue la
primera vez que el marxismo penetró en la universidad. Por primera vez surge
gente que se asume como marxista y surgieron los primeros grupos marxistas. Por ejemplo, cuando Patricio Estévez
se fue de Sonora, surgió Carlos Ferra, un universitario identificado con la
corriente trotskista. De Cananea llegaron Raúl Sainz Cota y Alfredo Ortiz
identificados como marxistas y con militancia en el Partido Comunista Mexicano.
Llegaron
los personajes que militaban en Punto
Crítico, con Rolando Cordera, que ya
venían de una tradición de izquierda en la Universidad Autónoma Nacional de
México, donde los primeros marxistas surgieron en la década de los 50s.
Y esos
marxistas empezaron a fundar las organizaciones de izquierda en Sonora en el 73.
A esta
altura de la entrevista, se le pidió a Moreno Soto un ejercicio de memoria para
construir una mínima cronología del movimiento estudiantil. No batalló porque
la memoria brilla en el caballero:
Las personas claves del movimiento
Primero que
nada –recordó- el movimiento estudiantil del 73 tiene un antes y un después. Y
en el antes, había un grupito estudiantil que estaba influenciado por el
movimiento universitario de 1967, los aguiluchos. En ese entonces, los
estudiantes de la Unison estaban organizados en la Federación de Estudiantes de la Universidad de
Sonora, que en ese tiempo, estuvo presidida por el priista Leonel Argüelles.
Patricio Estévez, una pieza clave en el
movimiento, era el secretario y la mayoría de los feusos, estudiaba en Ciencias
Químicas.
En el
proceso de cambio en la Feus de marzo del 70 se lanzan cuatro candidatos. Entre
ellos, Patricio Estévez Nenninger. Fue de los primeros que hablaron
directamente a los estudiantes, en las plazas, en las aulas, en todos los
rincones estuvo para proponer cambios en la Feus para que no fuera un trampolín
político. Propuso la idea del cogobierno en la universidad y bajo ese proyecto
se aglutinó todo un movimiento estudiantil.
Cinco personas
fueron las claves en el movimiento de la
Feus: Patricio Estévez Nenninger, que era el líder; Carlos Martínez de la
Torre, Ramón Montaño y Armando Tejeda Mancir. En ese entonces fueron
relevantes para el poder que han tenido
los químicos hasta la actualidad, en la unison.
Este núcleo
llegó a la dirigencia de la federación de estudiantes. No todos eran químicos,
como el caso de Martín Valenzuela que estaba en matemáticas y las bases
estudiantiles estaban conformadas por gente como Rosa María Oleary, Jesús
Varela Salazar, Manuel Rivera Zamudio y Manuel Balcázar Meza, entre muchos
otros
Otro
proceso interesante, que fue parte del calentamiento estudiantil, fue el
intento del rector de imponer un examen de admisión a los alumnos de primer
ingreso. Surgió una reacción estudiantil que pidió la salida del rector
Federico Sotelo Ortíz en 1971.
Con
Patricio Estévez en la federación se abrió un período de consulta estudiantil,
con el fin de dar un giro en la estructura de la Feus. La discusión se centró
en cambiar de mesas directivas, como estaban organizadas, a consejos
universitarios.
El hilo
conductor de estas propuestas fue la idea de organizar a la Universidad de
Sonora en la base de cogobiernos, es decir, estructuras de gobierno con la
participación equitativa entre maestros y estudiantes. 50% de representantes
alumnos, 50% de representantes maestros. Y el concepto que enmarcaba esas ideas
fue la Universidad Democrática, Científica y Popular bajo un esquema de
cogobierno.
La presidencia
de la Feus se le terminó a Patricio en marzo de 1971. Pretendía lanzarse de
nueva cuenta. Sin embargo, se empezó a generar todo un proceso represivo contra
los estudiantes, en el que se utilizaron todo tipo de triquiñuelas. A Estévez
Nenninger le inventaron el delito del jefe de una banda de robacarros. Incluso,
un periódico de la ciudad de México publicó una nota al respecto.
Esa
denuncia es secundada por una campaña negra y sucia y Patricio entregó la Feus
hasta mayo de ese año.
La formación de la comisión mixta
En este
ejercicio de recuperar la memoria, Armando Moreno recordó otro suceso clave antes
del 73. Fue cuando el entonces secretario de Educación Pública, Víctor Bravo Ahuja,
visitó Hermosillo.
Un conjunto
de estudiantes –recordó- lo abordamos en el edificio principal. Discutimos con
él y logramos el acuerdo de llevar al Consejo Universitario la propuesta de
integrar una comisión mixta para revisar la ley universitaria.
La reunión
del Consejo fue en lo que ahora es el Teatro Emiliana de Zubeldía. El movimiento estudiantil se asesta un
triunfo porque logró sacar adelante el acuerdo de formar la comisión
universitaria, integrada equitativamente entre maestros y estudiantes.
Y a pesar
de ese acuerdo, el estado emprendió la guerra sucia, con una represión en
contra de los activistas estudiantiles. A los azules les cae la policía
acusándolos de usar drogas. La federación se deslindó de ellos y se empezó a
trabajar en las propuestas de ley universitaria.
Se
reunieron en varias ocasiones hasta lograr un proyecto de ley universitaria,
basada en el cogobierno y los consejos universitarios.
El rector
Federico Sotelo pretendió oponerse a este proceso y cayó del cargo. Más bien lo
renunciaron porque quien anunció la salida de Sotelo de la rectoría fue el
secretario de educación de entonces.
Y de
inmediato, la discusión se centró en las propuestas a rector de la Universidad
de Sonora. El candidato natural del movimiento estudiantil fue Oscar Telles
Ulloa. La otra opción fue Alán Sotelo Cruz. Al primero lo intimidaron, lo
tiraron de un carro y se vio obligado a recular en la candidatura. Luego, Alán
Sotelo manifestó su temor y propuso que se candidateara a Alfonso Castellanos Idiáquez.
Ellos
mismos convencieron a otro de los dirigentes estudiantiles, a Carlos Ferra
Martínez, para que los estudiantes propusieran a Castellanos para la rectoría,
bajo argumento de que era muy legalista.
Llegó el
castellanato y con ello el oscurantismo a la Universidad.
Mientras
tanto, en el Congreso del Estado, los diputados empezaron a convocar a las
fuerzas vivas de Sonora, a los representantes de los grupos oligarcas. Todos
ellos se lanzaron contra la idea del cogobierno. Y finalmente, los legisladores
aprobaron las reformas con la ley 103 de la Universidad.
El error de
los activistas
Moreno Soto
se rascó la barba para reflexionar sobre la experiencia del 73. Y retomó el
caso: Mi versión es que la regamos con la ley 103. Me fui con la finta, al igual que mis
compañeros porque caracterizamos a la nueva ley
de fascista. A los años, revisé la ley y me di cuenta que sólo cambiaba
en palabras, pero sustancialmente era la misma propuesta estudiantil, de formar
consejos universitarios. Lo único que varió fue que las estructuras
universitarias, formadas por la mitad estudiantes y mitad maestros, se les agregaron
el papel de coordinador. Lo medular, la participación estudiantil estaba planteado.
Y el error
que cometimos, ocurrió cuando las autoridades fueron a nombrar a los consejeros
universitarios estudiantiles y maestros. La elección más conflictiva se dio en
la preparatoria de la universidad. Se convocó a elecciones y nos reunimos como
dos mil estudiantes que estábamos contra la imposición de la ley.
Fue el día
de la batalla más grande del movimiento estudiantil. Unos 500 micos (Movimiento
de Integración Cristiana) entraron a la universidad por el Hospital General.
Cuando llegaron a la prepa ya los estábamos esperando.
Y el error –recuerda
Moreno Soto- fue el caer en la provocación. Salieron a relucir muchas bombas
molotov y se dieron los trancazos entre micos y activistas.
El error de
los estudiantes fue el no percatarse que en la convocatoria se planteaba la
situación que estaba sucediendo en esos momentos. Había un transitorio en la
ley que decía el paso a seguir si no se podía nombrar consejeros en la primera
sesión. El transitorio estableció que se podía convocar a una segunda reunión
en el lugar que sea y la votación se levantaría con la gente que fuera. Y así
ocurrió. Hicieron la asamblea entre micos y priistas y se repartieron los
cargos de consejeros universitarios. Ahí estuvo la clave de la derrota
estudiantil
Luego se
vienen una serie de acontecimientos. Grupos de estudiantes radicalizados
secuestran un camión que transportaba trabajadores. Murió uno de ellos y ello
provocó otra cacería de brujas.
Luego se da
el caso de Moralitos que supuestamente fue asesinado por estudiantes que
militaban en la Liga Comunista 23 de septiembre, una organización en la que
participaron jóvenes de poca experiencia y formación política.
En febrero
del 74, con la muerte de Moralitos, se da la estocada al movimiento
estudiantil.
-¿Qué se
perdió?
-Primero
que nada perdimos a la federación de estudiantes. Es una pérdida que seguimos
sufriendo. Lo otro que perdimos, fueron las preparatorias. La Universidad se
quedó sin ellas porque se formaron los colegios de bachilleres, una estructura
ajena a la Universidad.
Una diáspora
A los 40
años del movimiento estudiantil del 73, Armando Moreno considera que después de
la derrota, se da una especie de diáspora, porque los que estuvieron al frente
del movimiento, salieron de la ciudad. Se fueron del estado, unos, los
artistas, a San Francisco, Estados Unidos. Los otros, se refugiaron en el DF