Recuerdos del 73, con Jacobo Núñez
La represión, la guerra sucia, la actitud del estado fue muy dura, descomunal. Vamos, con un poco de inteligencia hubiera desactivado el movimiento antes de asesinar a estudiantes. Porque es muy grave que haya habido jóvenes estudiantes, de los primeros semestres, muertos, cuando el estado pudo haberlos atrapado simplemente.
José Luis Jara
Hace 40 años hubiera sido una locura pretender una
entrevista con algún activista estudiantil en la capital sonorense. Hasta
suicida pudiera entenderse, si se hubiera pretendido publicarla en algún medio
de comunicación de la localidad.
La entrevista con Jacobo Núñez se realizó en la actualidad con toda
libertad en un café que se encuentra detrás de la Universidad de Sonora. Un
lugar, que en aquellos años, fue un centro de salud mental, anterior a lo que
es ahora la Cruz del Norte. Pero a la vez, ha sido un lugar por donde han
pasado desde manifestaciones pacíficas, hasta marchas de batalla con chacos y
varillas.
Después de la experiencia de los aguiluchos en el
movimiento universitario de 1967, en los setenta, en la Universidad surgió un
nuevo liderazgo que rompió con todas las tradiciones oficiales en la vida
universitaria. La Federación de Estudiantes de la Universidad de Sonora entró
en una fuerte transformación con una nueva generación de estudiantes.
Patricio Estevez Nenninger ganó la presidencia de la
Feus en 1970. Su principal crítica fue que la federación y la propia
universidad estaban reproduciendo las jerarquías de autoridad del sistema y los
identificaba con las necesidades de la clase capitalista.
La alternativa que presentó e impulsó desde la Feus, fue la idea del co gobierno en la Universidad
de Sonora. Para ello, impulsó una reforma a los estatutos de la federación con
el fin de cambiar la estructura basada en las sociedades de alumnos y pasar a
los consejos estudiantiles, que
funcionaron durante 1971 a 1973, año en que el estado reprimió al
movimiento estudiantil que se generó. Impulsaron una reforma universitaria
mediante una comisión mixta, maestros y estudiantes, y fueron reprimidos por el
estado de una manera virulenta, de tal suerte que su dirigencia salió huyendo,
unos al Distrito Federal, otros para California.
Fue en los principios de los años setenta, cuando en
la Universidad de Sonora se empezó a
manifestar una nueva generación de estudiantes. Estuvieron influenciados por la
onda jipi, escuchaban a Bob Dylan, eran lectores de la generación Beat de
Estados Unidos. Eran clasemedieros y se empezaron a reunir en las escalinatas
del Museo y Biblioteca de la Universidad de Sonora. Y este grupo de jóvenes se identificaron por su
vestimenta. Gustaban de la ropa de mezclilla a tal grado que era su vestimenta
cotidiana. Por ello le llamaron los azules
Jacobo Núñez fue uno de esos estudiantes. Él junto con
otros tres amigos fueron los primeros que empezaron con el movimiento de los
azules.
Ahora, Jacobo es maestro de matemáticas de la
Universidad de Sonora. Y a la distancia de los hechos, se recordó la historia
desde la perspectiva de un protagonista de esos hechos.
-¿Qué fue el movimiento estudiantil de los setentas,
qué te dejó Jacobo?
El maestro guardó silencio un momento, como si en ese
breve espacio, se atravesaran historias encontradas.
-Muchas cosas absurdas, infantiles, como eso de
invitar a la gente a tomar las armas para hacer una revolución, cuando la
realidad te decía otra cosa. No había una organización social que respaldara
ese llamado, ni una liga con sindicatos.
El movimiento fuerte no duró ni tres meses. A base de
represión lo desactivaron en vacaciones y para octubre ya estaba desactivado
todo. Lograron ahuyentar a la gente,
unos se fueron al Distrito Federal y otros para California.
-¿Fuiste de los azules, Jacobo?
-Los azules originales fueron cuatro estudiantes de la
prepa, que antes estaba en la Universidad de Sonora. El Benjamín Castro, Rubén
Gómez, Héctor Apolinar y yo. Pero éramos unos pinches estudiantes de prepa. Si
yo estaba en carrera y ellos en prepa fue porque se atrasaron en la escuela.
-¿Los recuerdas?
-De la gente que era de los azules estaba el Rubén
Duarte, Luis Rey Moreno, un chavo de apellido Zubías, el Mario Licón y otra
gente que estudiaba en la academia de artes plásticas. Estudiantes de ciencias
químicas como el Ricardo Olvera, el Jipi, gente que simpatizaba más con los
ligosos (militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre)
Todos estábamos entremezclados, pero el gobierno del
estado le puso más atención a los que eran representantes de la Feus. Y la
manera en que lograron meterse fue utilizar una campaña anti drogas, impulsadas
por los periódicos El Sonorense y El Imparcial, con el claro objetivo de respaldar una cacería de brujas
contra los dirigentes estudiantiles.
En este punto, Jacobo Núñez hizo un paréntesis, para
llamar la atención en una contradicción: mientras se impulsaba la campaña
antidroga, el jefe de la policía, el mayor Luken Aguilar mandaba a la policía a
repartir mariguana entre los estudiantes de la universidad.
Una ruptura dolorosa
En 1971 se da una ruptura en el movimiento
estudiantil. Los activistas se deslindaron de los azules en el contexto de la campaña antidrogas que
impulsaron los periódicos El Sonorense y El Imparcial. Se dio una cacería de
brujas contra los activistas, en especial contra aquellos que eran parte de la
Feus.
-¿Cómo se dio esa cacería, Jacobo?
-Se conjuntaron muchos factores. Pero el punto
principal y que fue el golpe clave contra el movimiento fue provocado desde
dentro del estudiantado. Fueron broncas internas. Uno de los estudiantes,
cuando recién salió de la secundaria, es decir en la prepa, se casó con una
chava que era menor de edad. La gente no era pistiadora pues no había mucho
dinero, fumaba mariguana y en ocasiones vino barato. Las reuniones y fiestas se
hacían en casas que rentaban algunos estudiantes. Esta chava había decidido
irse al otro lado con su hermana y dejar a su joven marido. Hubo una fiesta en
una de las casas y el Lino, es decir, el joven marido, llegó con la intención
de llevarse a su esposa porque se había enterado que lo iba a dejar. Amenazó a
la gente de la fiesta, que si no se iba su esposa con él, les iba a echar a la
policía.
Nunca lo hubiera hecho, porque inmediatamente llegaron
los policías. Fue un torzón feo, porque el Lino sabía lo que había en la
fiesta, sabía la bronca en que iba a meter al movimiento. Ese fue el torzón más
grande. Hubo gente en el bote, claro iban por la gente de la Feus, pero
aprovecharon para detener a toda la gente que estaba molestando al sistema.
-¿A cuántos detuvieron esa noche?
-No sé a cuántos, No se a cuantos, pero lo más
trascendental fue que detuvieron a Martín Valenzuela, uno de los dirigentes de
la Feus, cuando ni siquiera estuvo en la fiesta. Martin tenía un pick up. Uno
de los estudiantes que fue a la fiesta le pidió un aventón. Llegó por él a la
fiesta y cuando quiso salir, ya no lo dejó la policía.
Ese reventón fue famoso porque fue mucha gente a esa
fiesta. Imagínate una fiesta de la única preparatoria pública que había en ese
entonces. Cuando la prepa de la universidad albergaba a unas cinco mil personas
provenientes de todos los sectores sociales.
-¿Entre las anécdotas, cuál es la más cabrona que
tienes?
-El punto más álgido del movimiento fue en 1973 cuando
entraron los micos para boicotear el nombramiento de los consejeros
universitarios. Cuando le tocó la elección en la preparatoria, donde había más
de cinco mil alumnos, fue cuando valió madre porque a partir de ahí, la bronca
se tradujo para la prensa en un pleito entre micos y activistas. Como lo quiere
hacer ahora el gobernador Guillermo Padrés, que quiere reducir la lucha contra
la tenencia en un pleito entre particulares, con el fin de desvirtuar el movimiento.
No eran micos contra activistas, era toda una
comunidad universitaria ansiosa de tener nuevas formas de gobierno.
-¿Fue dura la represión?
-Se vivió la represión, como respuesta a actitudes muy
cabronas también de algunos estudiantes.
Habló del caso de los estudiantes que asesinaron
porque eran de la Liga Comunista 23 de Septiembre.
Dijo: imagínate la concepción de estos batos de ir a
repartir volantes a unos albañiles e invitarlos a hacer la revolución. Llegó la
policía judicial del estado con balazos como respuesta. Ahora vemos que resulta
hasta ridículo pensar que estos estudiantes tenían en jaque al sistema
La respuesta que dio la policía fue muy contundente contra
los estudiantes. Los jefes policiacos fueron muy abusones, no era necesaria
tanta violencia del estado
-En este movimiento se dio el caso de que los jóvenes
se identificaron con el marxismo. ¿Cómo entró esta ideología a la universidad?
-Fue Patricio Estevez. Fue un líder natural en la
universidad. Se impulsaron en la Feus muchos círculos de estudio marxista,
sobre el asunto de la liberación sexual, estudiar a los clásicos, Marx, Engels.
Las cosas estaban a tal grado que un estudiante estaba jodido si no sabía la
undécima tesis de Marx sobre Fewerbach, una tesis que dice que hasta la fecha
los filósofos han tratado de interpretar el mundo cuando de lo que se trata es
de transformarlo.
-El movimiento de los setentas fue diferente al de
1967.
-En el 67 fue un pleito entre la burguesía sonorense
del norte contra la burguesía del sur del estado porque querían poner a su
gobernador, pero fue un movimiento en las entrañas del partido oficial, el PRI.
En el movimiento de los setentas, las concepciones
fueron otras. Se hablaba de cogobernar en la universidad, se hablaba de una
universidad democrática, científica y popular, se postularon las ideas de la
Universidad Roja, la universidad fábrica.
Cuando el movimiento estudiantil logró elaborar una propuesta
de ley universitaria, donde la idea principal fue el cogobierno, hubo cuatro
escuelas que impulsaron esa estructura, hasta que los diputados aprobaron una
ley diferente.
-¿A la distancia de 40 años, que se ganó, qué se
perdió en ese movimiento?
-Se perdió mucho. Se impuso una ley diferente a la elaborada
por la comunidad, entró Alfonso Castellanos a la rectoría y se mantuvo ahí mediante
la represión. Después se dieron otros movimientos como el de 1976, que fue
encabezado por los trabajadores de la Universidad. En 1979 se dio otro
movimiento estudiantil y se desactiva la inconformidad contra Castellanos en
1982,cuando entró a la rectoría Manuel Rivera Zamudio
Jacobo Núñez fue estudiante de la prepa de la Universidad
en esos años convulsos. “no fui un cabecilla, ni líder, hacía lo normal de
entonces, organizar mítines, convocar a asambleas, conseguir oradores. Se
trataba de hacer un lado el jijijí y el jajajá, de hacer algo bueno, de
promover la revista Germen que era el medio alternativo de comunicación que
creamos”.
-¿Qué fue lo más duro?
-La represión, la guerra sucia. La actitud del estado
fue muy dura, descomunal. Vamos, con un poco de inteligencia hubiera desactivado
el movimiento antes de asesinar a estudiantes. Porque es muy grave que haya
habido jóvenes estudiantes de los primeros semestres muertos, cuando el estado
pudo haberlos atrapado simplemente. La respuesta fue muy salvaje. Después del
73, la mayoría de los activistas fueron a refugiarse a México, se fueron a
formar los comités laborales para formar después el partido laboral mexicano.
Pero ese ya es otro boleto.
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