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viernes, 11 de enero de 2019
En el borde de la diálisis
Una de las primeras experiencias que me han marcado en esta tarea de la sanación, fue cuando atendí a un señor, joven, sí, menor que yo, que llegó preocupado. Cargaba un miedo tremendo porque le dijeron que tenía que empezar a someterse a tratamientos de diálisis.
Llegó con los pies hinchados. Se le dificultaba caminar porque no podía pisar con toda la planta de la extremidad. Y como si fueran delicados y dolorosos cristales, se quitó las sandalias y se acomodó en una cama que tengo para las terapias.
¿Cómo llegó a esto? Le pregunté. Sin quitar la preocupación y el miedo en su mirada, el joven chasqueó con sus dientes, como si con eso mandara al carajo los excesos habidos y por haber en su vida.
¿Mucha soda?
Uy, a veces ni agua tomaba.
¿Mucha harina, tortillas, galletas y café con mucha azúcar?
Carnitas asadas, cerveza…
Mucha azúcar le mete a su cuerpo, pero sus ojos dicen que tiene poca dulzura en su vida.
Le pedí que cerrara los ojos, se relajara y sólo escuchara el ruido que hace el aire al entrar y salir por sus narices. Inicié una oración trascendental al tiempo que abrí los campos magnéticos para entrar al punto nierika. Desde este estado consulté por el camino a tomar y como si fuera un acto instintivo, empecé a masajear las piernas de esta persona, para un drenaje linfático. Luego un masaje para reactivarle órganos internos y ordené su sanación en los planos físico, histórico y genético, con el fin de que la dulzura a la vida la tomara de manera natural, sin necesidad de tanta sustancia artificial y dañina.
Cuando terminamos la terapia, el señor se levantó con facilidad. Se puso las sandalias y se fue caminando sin dificultad. Por lo menos, eso logré, pensé.
A los días, volví a ver a este señor. Me dijo que le habían suspendido la diálisis. Se le quitó la hinchazón en los pies y me dijo que después del masaje que le di, su cuerpo reaccionó de tal manera que lo entendió como una comunicación que se había iniciado entre él y su organismo.
Cuando se presenta un dolor de cabeza, lo más común, buscamos una aspirina, sin saber o tratar de entender de dónde viene ese dolor de cabeza.
Sí, le dije, ya es hora de cambiar de ideas o maneras de pensar de lo que son la salud y las enfermedades.
Me di cuenta de que tenemos una terapia al alcance de todos, con el fin de buscar una sanación radical, a partir de otras dimensiones que tienen que ver con las emociones amorosas y la paz espiritual
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