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viernes, 24 de octubre de 2008
Para Petra Santos, la cárcel o el destierro
José Luis Jara
El primer encarcelamiento que sufrió Petra Santos Ortiz fue en 1968. La acusaron de disolución social y por leer la revista de los Supermachos del caricaturista Eduardo del Río, mejor conocido como Rius.
No fue en la ciudad de México, sino en Saltillo Coahuila, lugar a donde había regresado para reintegrarse a sus labores magisteriales en la escuela Jesús García, pero con la tarea encomendada por los dirigentes del 68, de organizar a los estudiantes para apoyar al movimiento que se desarrollaba en la capital del país.
Antes de regresar a impartir clases a Saltillo, Petra Santos participó en el mitin del 27 de agosto, cuando ocurrió la traición al movimiento por parte de Sócrates Campos Lemus, quien fuera más de 30 años después vocero de la PGR y un conecte del narco mexicano.
En ese acto, celebrado en el Zócalo de la ciudad de México, Petra relató: cuando estábamos cantando, vimos que de palacio nacional se abrieron sus enormes puertas y empezaron a salir tanques, como si estuviera en guerra el gobierno mexicano. Salieron jinetes y los estudiantes teníamos una olla con agua caliente en medio de la plaza, de tal suerte que a la hora de la corredera, le cayó el agua hirviendo a un compañero. Yo me salvé gracias a la agilidad que tenía para correr, porque siempre andaba corriendo. Nos enfrentamos un rato a los tanques y soldados, les tiramos botellazos a los granaderos”.
A los días –añadió- me tuve que regresar a Saltillo porque tenía que empezar a dar clases el 2 de septiembre. Pero los dirigentes del movimiento me propusieron que trabajara en la organización estudiantil de esta entidad.
Y de inmediato, en cuanto llegó a Saltillo, petra acudió con los alumnos de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro y empezó a organizar reuniones.
Ante ello, el derechista Armando Fuentes Aguirre, que actualmente escribe y firma como Catón una columna de chistes fresas, le preparó una trampa a Petra porque había regresado a esta entidad para agitar a la gente.
Catón convocó a una conferencia acerca de qué esta pasando con el movimiento estudiantil. A ese evento llegó la joven comunista con un discurso incendiario. Acusó a Fuentes Aguirre de ser un entregado al gobierno y emitió un discurso con el objetivo de agitar a la gente.
En eso estaba cuando un grupo de alumnos de la Narro se le acercó para decirle: ¡Ahí vienen los judiciales! Vienen por ti.
Entonces Petra, acostumbrada a estos menesteres, salió corriendo por la puerta trasera y brincó una barda de más de dos metros de altura. Logró escapar pero no por mucho tiempo.
El siguiente fin de semana, Petra Santos fue a una reunión con estudiantes a San Luis Potosí. Allí le advirtieron que no regresara a Saltillo porque la andaba buscando la policía para meterla a la cárcel. Y en aquellos tiempos entrar a la cárcel por cuestiones políticas era para no salir, sobre todo las mujeres, a quienes las castigaban brutalmente. Eran violadas, mutiladas.
Le dijeron vete a México porque allá la iban a proteger. Sin embargo, Petra decidió regresar a Coahuila porque pensó que, tomando esa ruta, les quitaría el pretexto de que nomás fue a alborotar a la gente.
“Me regresé a Coahuila y en lugar de irme a la casa de asistencia donde vivía, me fui directo a la escuela donde trabajaba. Cuando llego me escondo en la escuela hasta que abrieran la escuela. Mi objetivo fue que me sacaran de la escuela para conservar mi plaza. Esa era una de mis preocupaciones. Otra fue que la gente se enterara de mi detención, para que no me pasara lo que a muchos les pasó, que los agarraban y no se sabían donde estaban.
A las ocho de la mañana llegaron los de la judicial. Me dijeron: profesora Petra Santos venimos a decirle que encontramos a quienes robaron las joyas de su familia. Yo me reí porque ¿cuáles joyas si yo vivía en una casa de asistencia?
-Bueno –le dijo el judicial- ya sabe porque venimos por usted y no haga muchos problemas.
Yo le dije a la directora que ella sería la responsable si me sacaban a la fuerza de la escuela.
Ahora, a los 40 años de aquella anécdota, recordó que esa fue la primera vez que la encarcelaron.
-¿Y de cual delito la acusaron?
-El delito fue por disolución social y por leer los supermachos.
A la actual legisladora del PRD la desaparecieron tres días. Nadie supo en ese momento a dónde se la llevaron.
Ella recordó:
-Me llevaron primero a una casa de monjas. Les dijeron que me cuidaran. Y una de los judiciales me dijo: oye chavala, yo te vengo siguiendo desde México, si eres una muchacha de familia buena ¿qué andas haciendo en esto?
La tuvieron dos días en esa casa. Luego fueron por ella y la subieron en la parte trasera de un pick up. Y en medio de dos judiciales la sometieron y se la llevaron agachada al piso del automóvil hasta la ciudad de Piedras Negras. Es decir, se la llevaron en esa posición durante 12 horas.
Una vez en Piedras Negras, se llevaron a Petra Santos a la cárcel, donde los presos la recibieron con aplausos y le decían: ¿Chavala, a poco eres tu la que trae en jaque al gobierno?
En esta presidio, estuvo encerrada 12 días, porque a raíz de su detención la gente se empezó a manifestar exigiendo la libertad de Petra Santos.
La formación comunista
Ya entrados en la charla y las anécdotas, la diputada perredista recordó que a los 12 años de edad, encabezó el primer mitin político. Ella relató los hechos:
-Mi padre murió siendo priista. Pero era dirigente ferrocarrilero del grupo de Demetrio Vallejo
Cuando tenía 12 años encabecé el primer mitin político. Era un sábado de gloria, como a las 12 del día, cuando empezaron a pitar las locomotoras del tren y la gente gritaba ¡Apresaron a Vallejo! Y todos corrimos al sindicato.
El pueblo era ferrocarrilero y estaban en reunión para decidir qué es lo que iban hacer. Si levantaban la huelga que sostenían o seguían firmes en sus demandas.
En eso llegaron los soldados y se dirigieron a las oficinas de los dirigentes sindicales. A mi padre, Rogelio Santos Romero –añadió- se lo llevaron preso y entonces un borrachito que le llamaban Fandango empezó a gritar: ¡Viva Vallejo! ¡Viva Vallejo! Y los soldados le decían ¡Cállate!
Y el Fandango siguió gritando ¡Viva Vallejo! Y al tercer grito, un soldado se le acercó, le apuntó con su fusil y le grito ¡Ya cállate! Y antes de que el borrachito siguiera gritando le pegó un balazo en la cabeza.
Entonces Petra indignada, se subió a una banca y le empezó a gritar al pueblo si acaso nos íbamos a dejar, si íbamos a permitir que se llevaran a los dirigentes ferrocarrileros y que mataran al Fandango.
A los 12 años, Petra conoció a Demetrio Vallejo en Fronteras Coahuila. Conoció al líder comunista Valentín Campa; conoció a Adolfo López Mateos.
A Petra Santos la apodaban La Nena. La vena de revolucionaria lo trae en la sangre desde su abuela materna y su abuelo paterno. Su padre fue líder vallejista y sufrió las penas de la cárcel de Lecumberri.
La perredista recordó esa etapa que le sirvió de mucho en su formación política. Tenía una madrastra muy exigente, muy al estilo de la Cenicienta, de tal suerte que si Petra pensaba diferente en su hogar, realmente tenía que hacer una rebelión.
Una vez que entró a la escuela Normal del Estado, entró en contacto con el director de la escuela. Era miembro del Partido Comunista Mexicano y fue él quien le empezó a prestar los libros escritos por pensadores marxistas. Fue cuando Petra empezó a devorar los libros de Carlos Marx y Federico Engels; leyó el Manifiesto comunista y las obras de Agustín Cué Canovas.
Pero sobre todo ello, La Nena era más relajienta que política. Le gustaban los bailes, la pachanga el rock and roll y la minifalda.
La corrió su padre por comunista
Cuando Petra Santos fue encarcelada, los estudiantes de la Narro se empezaron a movilizar. Raúl Ramos, uno de los dirigentes del 68, empezó a organizar manifestaciones exigiendo la libertad de la maestra Petra, hasta que el 27 de septiembre la liberan en Piedras Negras.
De inmediato partió a Saltillo para pedir permiso laboral en la escuela. El director accedió a la petición y le dijo: “Tienes todo el mes de octubre pero por favor tranquilízate, no andes en eso. Ten mucho cuidado”.
Luego fue a hablar con su padre, quien también la conminó a dejar la actividad política. Pero La Nena le confesó que no podía hacerle caso porque era comunista. Entonces, su padre le dijo con severidad que no podía tener una hija comunista. Acto seguido la corrió porque representaba un peligro para el resto de la familia.
Petra se fue de Saltillo dejando atrás una declaración del gobernador de esa entidad, en el sentido de que Petra Santos era persona non grata para Coahuila.
La vida clandestina
Petra Santos llegó al Distrito Federal el 27 de septiembre del 68. En cuanto arribó participó en el mitin que se había organizado. Ahí fue cuando se convocó a la siguiente manifestación para el 2 de octubre.
La vida de Petra se volvió clandestina, porque a sus compañeras de lucha las reprimieron de la manera más cruel que pudiera imaginarse. La Tita, la Nacha, la Cecilia y ella eran cuatro mujeres muy bravas.
A la Cecilia le mutilaron sus pechos en la cárcel de Lecumberri. A las otras, las vejaron y las violaron. Petra logró escaparse de ese trato porque se había ido a Coahuila.
Para la manifestación del 2 de octubre, los dirigentes del Partido Comunistas recomendaron a sus militantes que no fueran a ese acto, porque existía el temor de una fuerte represión.
Arnoldo Martínez Verdugo y Celso Vargas les dijeron que ese acto representaba una provocación para el gobierno. Pero los del Consejo Nacional de Huelga discutieron toda la noche de ese día el punto. Hasta que se propuso que el mitin se realizara en la Plaza de las tres Culturas, en Tlatelolco. Pensaban que el gobierno no se iba a atrever a reprimirlos porque enfrente se encuentra el edificio multifamiliar Chihuahua.
Esa propuesta se puso a votación y la mayoría votó a favor, porque creyeron que el multifamiliar sería una especie de protección, porque se pensó que el gobierno no se atrevería a reprimir a los estudiantes delante de las numerosas familias que vivían en el edificio Chihuahua.
Se lanzó la convocatoria y el PCM recomendó a sus militantes que se abstuvieran de asistir.
Sin embargo, Petra Santos no acató la orden. “No recuerdo con que me entretuve –relató- que no llegué a la hora del mitin. Cuando estaba por llegar a la plaza, recuerdo que la gente estaba corriendo de la balacera. Iba gritando, cuando veo a una compañera que me dice ¡córrele, vete! Y yo corrí.
Después de la masacre de Tlatelolco, Petra Santos recordó que lo más indignante de eso, fue lo que manejó la prensa. Dijeron que los estudiantes balacearon a los soldados; les echaron toda la culpa a ellos y que después de todo, informaron que sí iba haber olimpiadas.
“Yo lloré porque era increíble que a pesar de la matanza de estudiantes, sí habría olimpiadas”.
Y las olimpiadas empezaron el 12 de octubre.
Muchos murieron, otros se fueron al destierro. El movimiento se dispersó y muchos de los estudiantes se fueron a refugiar a las sedes olímpicas de los países socialistas.
La reflexión
Cuando recuerdo la época del 68 –expresó la legisladora-, de aquella chica rocanrolera, minifaldera, que participó en este movimiento, me doy cuenta que efectivamente, fuimos un parteaguas en la historia de México.
Luchamos y logramos tumbar los artículos 145 y 145 bis que hablaban de la disolución social. Pero también me doy cuenta que los luchadores sociales siguen sufriendo la cárcel. A los jóvenes nos dieron el derecho de votar a los 18 años.
Llegó después la primera reforma política con José López Portillo, hasta llegar lo que es el IFE.
Luchamos en aquella época por una patria, por el cambio de gobierno, pero desgraciadamente el gobierno cambió a la derecha.
Petra Santos recordó: Me tocó andar con un grupo de personas que me enseñó mucho, como Raúl Ramos, Sergio Garza, Arturo Martínez Nateras que estuvo encarcelado. Anduvimos con Arnoldo Martínez Verdugo.
Luego dijo: Yo me caso en diciembre del 68 con Carlos Reyes en mi pueblo. Mi padre había organizado la fiesta muy al estilo burgués. Pero se corrió la voz que iba ir el ejército a apresarnos a todos. Y llegaron dos camiones de Monterrey lleno de jóvenes estudiantes a la boda, pero la gente del pueblo no fue porque tuvo miedo.
En 1969 Petra Santos terminó su carrera que cursaba en cada verano. En este tiempo era la de ir a México y regresar a Saltillo, hasta que llegó el mes de junio que se instaló definitivamente en la capital del país.
Rentó un departamento en la colonia Narvarte que se convirtió en el centro de reuniones del Partido Comunista Mexicano. A su casa fue el muralista David Alfaro Siqueiros, el viejo comunista Valentín Campa, el escritor Renato Leduc y toda esa gama de líderes del PCM que hicieron historia en México y que se consideró a la crema y nata de la izquierda mexicana.
Cuando pretendió retornar a su labor magisterial, las autoridades de ese tiempo le pusieron dos alternativas a Petra Santos: la cárcel o el destierro.
Ella optó por la segunda opción y la mandaron a dar clases en uno de los puntos más lejanos de la capital del país. Fue a parar a San Luis Río Colorado, Sonora, donde pensó: “bueno, me voy por un año y luego regreso”.
Pero ese retorno se perdió y la diputada Petra Santos ya tiene 35 años viviendo en esta frontera.
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