Socaaix, territorio Comcaac
Llegamos a Socaaix, Punta Chueca, sin problemas. Con carretera pavimentada hasta la entrada de esta comunidad originaria, el trayecto se realizó de tal manera que pudimos embelesarnos con la belleza dual del color turquesa del mar y los colores de la arena y las montañas de la Isla Tiburón. Mar y tierra, otra expresión de la belleza del desierto sonorense.
Llegamos más que puntuales a celebrar el año nuevo de esta nación. Nos movió la solidaridad con este pueblo que se ha visto agredido, diezmado y que milagrosamente están teniendo un renacimiento en la actualidad. Nos interesó sobremanera por qué la celebración en este cambio de estación y, en lo particular, aprovechar la conexión que se logra tan sencillamente en un lugar poderoso, como la isla, tan majestuoso como sus cordilleras que han albergado tinajas para bien de la fauna. Y frente al sol, nuevo e intenso sol, que significa la renovación espiritual, renovación de la naturaleza con las lluvias venideras y estar preparados para los cambios constates de la vida. Es el año nuevo comcaac.
Grandes mujeres estaban encargadas de la cocina. Cuando llegamos, ya tenían una caguama en su concha. Sabemos de la prohibición de esta especie, porque se encuentra en alto riesgo de extinción. Pero la cultura de respeto a la naturaleza y al medio ambiente, que tiene este pueblo, ha permitido la reproducción de esta especie. Una cultura que se ha sustentado en mitos o leyendas de los comcaac sobre la creación. En este mar de historias, la caguama juega un papel fundamental: la creación de la tierra.
Estas historias de la creación Comcaac y la vida en general del pueblo, se han visto en medio del torbellino colonizador. La persecución de los españoles, primero, luego la de los gobernadores sonorenses, los obligaron a empoderarse en la isla Tiburón. Y me imagino, que ante tal asedio se vieron en la necesidad de sacrificar ese animal sagrado, para que la gente de la isla pudiera sobrevivir.
Para los comcaac, es una especie de bendición comer caguama. Y de acuerdo a las normas oficiales de protección, este pueblo es el único que tiene permiso para cazar la caguama para asuntos que tienen que ver con su tradición.
Llegó la hora de la ceremonia. El presidente del Consejo de Tradicional de Ancianos, don Enrique, izó la bandera de la nación. Estaba flanqueado por mujeres comcaac. Y después invitó a pasar al camino de la magia de este pueblo. Frente al mar, con la vista a la isla, nos encaminó a donde estaba Jorge, un maestro de esta nación del desierto.
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