José Luis Jara
Si habría que dar un premio a la inteligencia y
sagacidad, y porque no decir tener garra en las negociaciones políticas, el
peor de todos sería, indudablemente, el rector de la Universidad de Sonora,
Heriberto Grijalva Monteverde.
Este día ofreció una genial declaración, estupenda para
que la Universidad inicie su próximo camino a una huelga por parte de los
trabajadores afiliados al STEUS.
Sin mediar siquiera un intento negociador, sin ofrecer
una chispa que medio ilumine en la oscuridad del túnel, Grijalva Monteverde
dijo que una huelga en la universidad durará uno o hasta 3 años porque no hay
dinero para subsidiar un incremento del 20 por ciento, tal como lo demandó el
Sindicato de Trabajadores y Empleados de la Universidad de Sonora.
El argumento toral de quien mal que mal administra a la
máxima casa de estudios, es que existe una inminente reducción del subsidio que
otorga el gobierno de la república. “Si hay huelga va a durar uno, 2 o 3 años
porque no hay dinero… no se puede dar el 20% porque no hay dinero… y ellos (los
del STAUS y STEUS) han de pensar que el rector tiene una mina de oro”.
Esta frase, que ridículamente se puede medir con un dedo
de frente, viene a aparecerse como si fuera la vieja espada de Damocles, esa
frase que se la debemos al historiador griego de Timeo de Tauromenio, porque el
rector la utilizó para referirse a un peligro inminente, en alusión a una
espada que pende sobre nuestra cabeza y que en cualquier momento caerá sobre
nosotros.
La prensa local refiere en esta declaración que el rector
Heriberto Grijalva dijo que la máxima casa de estudios utiliza la mayor parte
de las ministraciones o partidas federales, en sueldos para los trabajadores,
por lo que la negativa de aumentar los salarios “no es lentitud o rapidez… no
hay dinero”.
Luego, para colocar la cereza en su desairada
declaración, el rector responde a los reporteros que ignora de cuánto será la
disminución del subsidio para la Universidad de Sonora, luego del recorte
anunciado por la Secretaría de Hacienda.
Pero la actitud de lento aprendizaje del funcionario
universitario, no le permite visualizar, o más bien, vaquetonamente, pretende
omitir, es hablar de los salarios que gozan él y el resto de funcionarios de la
casa de estudios sonorenses, como si quisiera tapar el sol de Sonora con un
dedo que difícilmente puede arrastrar un lápiz.
Como una muestra de los grandes contrastes en la
Universidad, entre el salario de los funcionarios que mal administran la
institución y el vergonzante salario de los sindicalizados, apuntamos los
ingresos del rector: en 2015, Heriberto Grijalva ganaba cerca de 90 mil pesos
mensuales, sin contar las demás prestaciones, alimentación, viáticos y gastos
de automóvil y teléfono celular; el secretario general, 64 mil pesos, más los
gastos de representación; el vicerrector ganaba 54 mil pesos. Y así, en ese
tenor van los grandes recursos que se destinan a salarios de los trabajadores
de confianza del rector.
La declaración del rector se da en el contexto de
revisión salarial por parte del gremio de los maestros, y salarial y
contractual por parte de los trabajadores manuales y administrativos de la
universidad.
El STEUS está por cumplir 40 años de existencia, lapso
suficiente para crear una escuela de lucha sindical para los trabajadores, y un
espacio de aprendizaje para los administradores de la institución, que debería
ser aprovechado, principalmente por el rector, para entablar negociaciones que
conduzcan a acuerdos con los sindicalizados, con el fin de evitar
paralizaciones de labores y perjuicio académico a los estudiantes y económicos
a sus trabajadores.
Pero lejos de eso, lejos de aprovechar el lógico
aprendizaje para entablar una negociación, basada en experiencia de algunas
academias de la universidad, como ese posgrado de mediación que se imparte en
el campus universitario, el rector se porta como un chamaco buscapleitos,
provocando a los trabajadores sindicalizados con esas declaraciones que no
caben en una persona sensata, con una mínima capacidad de dialogo.
El rector nos pretende dibujar una espada de Damocles con
su declaración, en el sentido de que la huelga va a durar hasta 3 años. Pero en
la realidad, esa supuesta espada que nos advierte de una amenaza que puede
finalizar en una maldición, viene a dibujarnos una triste realidad para la
Universidad. La de un rector que no ha podido asimilar experiencias en dos
períodos administrativos, para sortear un par de revisiones salariales y
contractuales que legalmente se manifiestan por parte de los sindicatos
universitarios. La verdadera tragedia de la universidad, se encuentra escondida
en esa caricatura de espada de Damocles que nos dibuja el rector, y que se
resume en la popular frase de dale tantito poder a la ignorancia y se
convertirá en prepotencia.